jueves, 16 de diciembre de 2010

¡Todo puede cambiar!

No sabía como reaccionar, me sentía perdida con esa situación.
Todo empezó una noche de Navidad. Él acababa de llegar de una cena de trabajo con sus compañeros y yo estaba esperándolo en el sofá. Cuando me vio sentada me empezó a gritar como si yo hubiera hecho algo malo, me quedé un poco perpleja, le pregunté por qué me estaba gritando y después de una largo conversación me levantó la mano...
No sabía que hacer, nunca me había pasado tal cosa. A la mañana siguiente él se fue a trabajar como todos los días, y yo empecé a hacer las tareas de la casa. Cuando vino de trabajar me pidió perdón. Al escuchar esa palabra, me di cuenta que lo sentía de verdad, entonces lo perdoné.
Parecía que todo estaba como antes, hasta que la otra noche vino igual o peor que la pasada, hay no solo me levantó la mano, sino que me pegó una bofetada. Un día, otro, siempre venia igual. Antes de irse al trabajo siempre me pedía perdón, hasta hace dos meses que paré esta farsa. Fui a pedir los papeles del divorcio, cuando él llegó por la madrugada no me vio en ese sofá, solo vio unos papeles, que con la borrachera no pudo leer.
A la mañana siguiente cuando me desperté esos papeles estaban firmados, y después de tanto tiempo me sentía libre, para poder rehacer mi vida otra vez.

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